sábado, 21 de mayo de 2011

La estrellita perdida, por Carol Cárdenes-Grimaldi

La Estrellita Perdida

 

En el cielo se ha armado un gran revuelo y no ha de ser para menos, pues se ha perdido una estrella.
-¡No sé dónde pudo haberse perdido! -lamentaba quejumbrosa Porción Brillante, -si yo misma la coloqué allá junto a Cerco Luminoso.
-Por descuidada ha de haberte pasado -reprochó Siempre Alerta -las estrellas pequeñas nunca, nunca, nunca se dejan solas.
-Seguro que cayó en uno de los grandes hoyos negros -sollozaba Tierna Luz- y sus lágrimas eran como grandes gotas de cristal que al caer al espacio se convertían en polvo cósmico color rosa, verde, violeta...
Pues ante todo, debemos encontrarla -indicó Siempre Alerta. Fue así como las estrellas hermanas se pusieron de acuerdo.
La vida allá arriba es muy ordenada así que no se podía perder mucho tiempo formando comités, ni programando estrategias. Tomaron acción y formaron una gran ronda exploratoria. Se movían al compás del gran Universo que emitía sonidos musicales en armoniosa danza.
Muchas luces después, Porción Brillante recorría la Vía Láctea, luego de deslizarse por los anillos de hielo, tropezar con algunos meteoritos y patinar entre los satélites que bailaban alrededor de los planetas.
Al fin la vio. ¡Estaba allí! Pero.. ¡Qué extraordinaria sorpresa! No era la misma estrella. Es decir, estaba toda transformada.
Porción Brillante apenas reconoció a Estrellita Perdida. Le hubiera pasado por el lado, de no haber sido porque ésta conservaba el mismo brillo, calidez y hermosura.
Pero, ¿quién la había colocado allí? ¡Era increíble! Estaba totalmente desintegrada. ¿Sería acaso obra misteriosa del Gran Creador? Seguramente lo había hecho para llenar de luz, calor y alegría el corazón de la gente.
Estaba en todas partes y en cualquier lugar, en Oriente y en Occidente, al Norte y al Sur... la Estrellita Perdida, con toda su brillantez, se encontraba cuidadosamente repartida y difuminada en la mirada de cada niño que habita el Planeta Tierra.

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1 comentario:

María Mercedes Córdoba dijo...

Un cuento para grandes con corazón de niños. Nos invita a la reflexión sobre la responsabilidad de cuidar siempre a los hijos, y que a pesar que a veces parezcan que las cosas salgan muy mal y nos sintamos “desintegrarnos” , de todos modos podemos ser luz para muchos. Al principio pensé que podía ser para niños por los nombres de las estrellas. Pero luego me di cuenta que el conflicto estaba dirigido a los padres y que el triste final no podía conformar a los más pequeños que se identificarían con la estrella perdida.